Si exceptuamos la mortalidad infantil, la cual ha descendido a lo largo de todo el siglo XX, la evolución de la mortalidad en las diversas edades responde a un sencillo esquema a lo largo del siglo, las mayores reducciones de la mortalidad han ido trasladándose desde las edades más jóvenes a las más avanzadas. Este hecho ha posibilitado que a lo largo de todo el siglo pasado la longevidad media de la población no haya parado de crecer.