Descripción:
El presente trabajo analiza el papel de la guerra en la sociedad mexica, entendida no únicamente como un fenómeno militar, sino como una práctica profundamente integrada en las estructuras sociales, económicas, políticas y religiosas de esta civilización. A partir de un enfoque histórico e interpretativo, se examinan las causas oficiales y estratégicas que impulsaron los conflictos armados, así como su impacto en la organización social y en el desarrollo del poder imperial mexica.
La investigación parte de una reflexión general sobre la guerra como una construcción sociocultural, desmontando la noción de una predisposición genética del ser humano hacia la violencia. Con base en postulados como los del Manifiesto de Sevilla sobre la Paz, se argumenta que los conflictos armados responden a intereses concretos económicos, políticos o simbólicos que son justificados mediante discursos ideológicos, religiosos o nacionalistas. En este marco, se exploran analogías entre fenómenos globales como el expansionismo imperialista del siglo XIX o el concepto de Lebensraum en el Tercer Reich, y la expansión territorial del Estado mexica, adaptando dichas categorías al contexto mesoamericano.
El estudio aborda la historia del pueblo mexica desde su migración al Valle de México hasta la caída de Tenochtitlan, con especial énfasis en sus campañas militares y las motivaciones que las sustentaron. Se destaca el papel de la religión como instrumento de legitimación bélica, particularmente a través del mito del Quinto Sol y la necesidad del sacrificio humano para garantizar el equilibrio cósmico. Prácticas como la Xochiyaoyotl o “guerra florida” son analizadas no sólo como rituales simbólicos, sino como estrategias sostenidas de control, prestigio y beneficio económico.
Asimismo, se estudia cómo la guerra fue promovida y organizada por la élite gobernante (los pilli), a través de la educación militar formal en instituciones como el Telpochcalli y el Calmécac, y cómo esta práctica ofrecía a los macehuales una vía legítima de ascenso social mediante el mérito en combate. Esta dinámica fortaleció el aparato militar y posibilitó el sometimiento de pueblos vasallos, cuyas contribuciones económicas plasmadas en la Matrícula de Tributos sustentaban a la capital y a la clase dominante.
En conclusión, la guerra fue una invención social multifacética al servicio de los intereses del Estado mexica. Su función trascendió el ámbito bélico, convirtiéndose en un instrumento para la expansión territorial, el control de recursos y la consolidación del poder político-religioso. Lejos de ser un fenómeno aislado, la guerra permeó todos los aspectos de la vida cotidiana mexica, erigiéndose como uno de los pilares fundamentales de su civilización.