Descripción:
En sus inicios, la prensa de espectáculos tenía el objetivo de acercar a los famosos (estrellas de cine, cantantes, músicos, bailarines, artistas, escritores, etcétera), mediante su trabajo, con la sociedad. Así, figuras como James Dean serían conocidas por las personas “comunes” y promoverían su trabajo. Todo esto bajo un marco de consumo de información y un posterior deseo del público de obtener un poco de fama, de igualar a sus ídolos. Para ello, se recurrió a la fotografía para captar las labores y el estilo de vida de los famosos, y con ello nacieron los fotógrafos de espectáculos, también nombrados paparazzi. Sin embargo, con la introducción de los rumores para vender más, esta oferta de información deformó en una relación agresiva entre el medio, los famosos y el público que compra revistas o ve la televisión. Ya no era una nota sobre la nueva película de James Dean, sino acerca de su vida amorosa. La vida privada comenzó a hacerse pública. Algunos famosos aceptaron ser parte del juego, mientras que otros fueron introducidos sin su
consentimiento. Con ello, de la prensa de espectáculos surgió la prensa rosa o del corazón, y algunos paparazzi se convirtieron en una figura de similar nivel de controversia que el medio para el que trabaja, principalmente alimentado por la contradicción que existe en la aceptación hacia la lectura de chismes de famosos y la desaprobación ante el ultraje de la vida privada. Hoy día, se confunde al periodismo de espectáculos con la prensa rosa, y el paparazzo tiene una imagen deteriorada. Sin embargo, este último, a pesar de las múltiples controversias y escándalos en los que se ha involucrado, se ha posicionado como un miembro activo dentro de la prensa, ya sea mostrando la vulnerabilidad e intimidad de famosos y celebridades, como Britney Spears o Lindsay Lohan, o denunciando la corrupción de políticos mientras un país sufre una crisis económica, como fue el caso del italiano Silvio Berlusconi entre 2009 y 2011.