En el pasado muchas sociedades se creían ajenas al fenómeno de la violencia dentro de la familia, se asumía que este fenómeno era exclusivo de los países tercermundistas o en vías de desarrollo. Actualmente por diversos estudios se sabe que es un problema que se presenta en todos los países. Las investigaciones de género más recientes indican que la violencia hacia la mujer en sus diversas manifestaciones es un problema que afecta de manera directa la autoestima, el autoconcepto y las relaciones interpersonales de quien la padece, ya que no discrimina estatus social, cultura, raza o nivel educativo. Dado lo anterior, dicha problemática ha generado una serie de movimientos a nivel internacional para su resolución y erradicación. Por otro lado, la relevancia del estudio de la violencia intrafamiliar es crucial, dada sus consecuencias y grado de incidencia. De acuerdo a los estudios transculturales de Heise (1999), alrededor del mundo, una de cada tres mujeres ha sido golpeada, sexualmente forzada o de cualquier otra manera abusada, frecuentemente por el esposo u otro miembro de la familia. La violencia intrafamiliar trae de la mano una serie de pérdidas tanto a nivel individual como colectivo, éstas se traducen en años de vida saludable perdidos debido a los efectos de las agresiones recibidas en el hogar, que van de leves a graves y en casos extremos este tipo de agresión a cobrado la vida de muchas mujeres en el mundo.