La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente, los primeros estudios sobre esta arritmia datan desde el año 1628 cuando HARVEY describió por primera vez la fibrilación auricular en animales, no fue sino hasta 1909 cuando Lewis toma el primer trazo electrocardiográfico de esta arritmia. La fibrilación auricular es la arritmia cardiaca sostenida más frecuente y tiene lugar en 1 a 2 % de la población general y más de 6 millones de personas en Europa la padecen y se calcula que su prevalencia se va a doblar como mínimo en los próximos 50 años a medida que la población envejezca. La fibrilación auricular aumenta 5 veces el riesgo de accidente vascular cerebral tipo isquémico y 1 de cada 5 se atribuye a esta arritmia, los eventos vasculares cerebrales isquémicos asociados a fibrilación auricular son a menudo fatales y los pacientes que sobreviven quedan más discapacitados por su episodio isquémico y son más propensos a sufrir recurrencias que los pacientes con otras causas de eventos vascular cerebral tipo isquémico, en consecuencia el riesgo de muerte por evento isquémico cerebral secundario a fibrilación auricular es el doble y los costos hospitalarios de su manejo son 1.5 mayores. El problema del diagnóstico precoz de la fibrilación auricular se encuentra agravado por la naturaleza a menudo <silente> del este trastorno del ritmo. En aproximadamente un tercio de los pacientes con esta arritmia no son conscientes de la existencia de la fibrilación auricular asintomática. Una detección mucho más precoz de la arritmia puede facilitar la administración temprana de tratamientos para proteger al paciente no solo de las consecuencias de la arritmia, sino también de la progresión de la fibrilación auricular desde una condición fácilmente tratable hacia un problema totalmente refractario.