Tras observar que existían situaciones reiterativas dentro de los sistemas políticos nacional, estatal o municipal, surgió en mí el cuestionamiento del porqué ciertas actitudes, prácticas, opiniones y creencias se perpetuaban generación tras generación, sin haber cambios aparentes en la manera como se practica la política, esto a pesar de que sí se observan transformaciones a gran escala en el sistema político, como la alternancia que ha propiciado una mayor competencia política y electoral entre los diversos grupos y partidos políticos, lo que hace unas cuantas décadas parecía utópico, dado el sistema de partido hegemónico que imperaba en México. Fue así como nace el interés por estudiar a la dimensión subjetiva de la política, es decir, me incumbe estudiar las razones por las que la mayoría de mis compañeros de la licenciatura piensan de determinado modo respecto a la política, por qué mis familiares, amigos u otros grupos sociales piensan de otros modos, y qué similitudes o diferencias puedo encontrar entre los distintos grupos a los que pertenezco. Considero de antemano que no puede ser igual la cultura política de un funcionario de la administración pública, que la de un estudiante, la de un empleado, un comerciante o un campesino, esto a pesar de que quizá todos puedan pensar de modo similar al respecto de algún tema en particular. Sin embargo, pienso que deviene necesario fragmentar los estudios de cultura política por grupos sociales de pertenencia, con el fin de encontrar sus características propias, lo que puede servir de base para compararlos posteriormente.