Descripción:
La enfermedad crítica implica insuficiencia respiratoria, inestabilidad hemodinámica u otra grave que amenaza a la vida o la integridad física. La evaluación inicial y atención del enfermo crítico es crucial. Los cuidados críticos implican un cuidadoso equilibrio, rápidas intervenciones y desarrollo de un plan de manejo racional y compasiva sobre la base de los objetivos terapéuticos. La adquisición de las habilidades necesarias para lograr este equilibrio es un proceso de aprendizaje permanente.
Los pacientes críticos son aquellos que se encuentran en una situación de inestabilidad fisiológica en la cual pequeños cambios funcionales pueden llevar a un serio deterioro global, con daño orgánico irreversible o muerte. El monitoreo, intermitente o continuo, está destinado a detectar estos cambios precozmente, a fin de proveer un tratamiento adecuado y restablecer una situación fisiológica más estable, previniendo de tal modo el daño orgánico o la muerte.
El segundo aspecto que define a los pacientes críticos es la necesidad de recibir tratamientos especiales. Estos tratamientos pueden ser urgentes, como el empleo de drogas vasoactivas en pacientes en shock; intermitentes, como la diálisis; o continuos, como la ventilación mecánica. A su vez pueden estar dirigidos a curar al paciente, con el empleo de antibióticos; o a sostener las funciones orgánicas hasta que el organismo pueda retomar una función adecuada, tal es el caso de la contrapulsación aórtica durante el postoperatorio de cirugía cardíaca, o la asistencia respiratoria en el síndrome de dificultad respiratoria aguda.