Descripción:
A consecuencia de la creencia generalizada de que el recién nacido no era capaz de sentir dolor, éste no fue motivo de preocupación por parte del personal médico e investigadores durante mucho tiempo. Gracias al deficiente manejo del dolor, el limitado conocimiento sobre la evaluación, el temor a los efectos secundarios de los medicamentos, el tiempo inadecuado para la asistencia humanizada en situaciones de emergencia, entre otras causas los recién nacidos son expuestos a dolor innecesario.
Fue hasta el año de 1987, cuando el dolor neonatal cobró interés a partir de los estudios de un grupo de investigadores del Hospital de Niños en Bostón dirigidos por el Dr. Anand que establecieron las bases y los mecanismos fisiopatológicos para el estudio y el abordaje médico, terapéutico y preventivo de esa entidad e indujeron algunos cambios que han resultado insuficientes en la práctica clínica, encontrando desde entonces evidencia de que las estructuras anatómicas para recibir, transmitir e interpretar el dolor, que hasta ese momento no eran consideradas funcionales, son capaces de responder al dolor a través de diversas alteraciones bioquímicas, fisiológicas y de conducta, incluso que tienen una sensibilidad aumentada y que un estímulo doloroso agudo les lleva al desarrollo de períodos prolongados de hiperalgesia, debido a la
mielinización incompleta de fibras sensoriales.