Mi principal impulso para elegir el tema es muy sencillo: me fascina el metal. Quizá mi edad no sea un dato importante, pero, hace veintidós años, quien esto relata era apenas un pequeño roedor busca-problemas en las calles de Ciudad Sahagún, y ya gustaba de escuchar el “The number of the beast” de Iron Maiden, que el hermano rata reproducía en el tocadiscos a treinta y tres revoluciones por minuto. Y antes que cualquier otra cosa tengo para los lectores una confesión: sí. Desde la infancia y adolescencia soñaba con plantarme en un escenario y tocar la guitarra como Dimebag Darrel. Y sí, también me paraba frente al espejo y fingía que mi nombre era Bruce Dickinson y que cantaba para miles y miles de metaleros ávidos de adrenalina. Pero con el tiempo tuve que aceptar la realidad: NO SOY UN ROCKSTAR. Soy terrible en el arte de seducir una guitarra (o algún otro instrumento); sufro de impotencia musical. Y sin embargo, no quisiera quedarme con las ganas de parir MI propio metal. Llegado este momento me pregunté ¿Y por qué no? Así que he aquí el resultado, hecho con una de las pocas cosas que sé hacer en la vida: escribir. Tengo mucho por compartir. Si tan sólo existiera en mí la habilidad y la disposición, entonces sí, me conocerías por mis harto provocativas melodías, por mi virtuosismo sin igual, o simplemente por hacerme el chistoso sobre un escenario. Pero no, mi lugar no está ahí. Yo haré mi Word Metal con un teclado, un mouse y un monitor que cada día se familiarizan más conmigo.