Descripción:
Introducción: El dolor crónico representa un problema de salud pública, es incapacitante, ocasiona interferencias en la vida diaria y conlleva un elevado costo económico. Existen estudios que confirman que el dolor físico y emocional comparten algunos mecanismos neurales. La vivencia de experiencias adversas podría ser una explicación al dolor sin causa orgánica aparente. Estas experiencias aumentan el riesgo de desarrollar trastorno por estrés postraumático. Se ha encontrado que existe comorbilidad entre dolor crónico y trastorno por estrés postraumático, por lo que es importante estudiar las experiencias adversas desde la infancia y a lo largo de la vida, ya que se hipotetiza que éstas agravan los síntomas y entorpecen el tratamiento de la enfermedad.
Objetivo: Analizar la asociación entre la sintomatología de trastorno por estrés postraumático y las experiencias adversas en la infancia en adultos con dolor crónico primario.
Método: Estudio observacional, retrospectivo, correlacional, asociativo y predictivo, multicéntrico, con diseño transversal. Se aplicaron cuatro instrumentos en una muestra no aleatoria por disponibilidad de 137 adultos diagnosticados con dolor crónico primario para medir el tipo y la severidad de las experiencias adversas en la infancia, el trastorno de estrés postraumático y el trastorno por estrés postraumático complejo. Se estimó la correlación entre las variables de interés para generar modelos asociativos y predictivos de síntomas de trastorno por estrés postraumático a partir de las experiencias adversas en la infancia.
Resultados: La sintomatología de trastorno por estrés postraumático se asoció significativamente con la severidad de las experiencias adversas en la infancia en adultos con dolor crónico primario. Ser cuidador de algún familiar cercano siendo menor de 18 años y el abuso emocional severo en la infancia predicen el TEPT, siendo también aquel último un predictor de TEPTC.
Conclusión: Los resultados evidenciaron prevalencia alta de experiencias adversas en la infancia (general 38%, físico 44%, emocional 42% y sexual 52%), TEPT (11%) y TEPC (14%) en adultos con dolor crónico primario. El conocimiento de la asociación del trauma en la infancia, así como los síntomas de TEPT como posibles detonadores del dolor crónico, son una aportación en beneficio de la prevención y tratamiento de los síntomas psicológicos y emocionales.